Lucas y yo vamos en camino hacia la montaña Vitosha desde el centro de Sofía. El autobús te deja en el hotel Moreni para que puedas empezar el hiking.
El camino fue de 50 minutos, la vista hermosa, especialmente en esta época de invierno, por qué hay nieve por todos lados.
Nos detuvimos en la cafetería del hotel a tomar un té con miel antes de empezar el hiking. En el hotel nos dijeron las posibles vías que podíamos tomar para empezar a caminar. Nos pareció bien tomar la ruta larga y la que va a lo más alto de la montaña.
Todo parecía bien al principio, un poco de neblina, pero nada que nos espantara.
La montaña completamente nevada, los árboles repletos de nieve y hielo; un verdadero paraíso congelado.
No es tan difícil de caminar en esta montaña, parece que han habido varías tormentas de nieve, por lo que está bastante asentada y no te sumerges al dar el paso.
Seguimos caminando por 2 horas hasta que se empezó a poner más complicada la cosa. Cada vez el aire era más fuerte y no lográbamos llegar al refugio; aquel refugio que nos esperaba con una taza de té caliente, esto mencionado por el staff del hotel y confirmado por unos turistas que encontramos en el camino. Por cierto, encontrar a otras personas caminando por la misma ruta a la que nos dirigíamos, me dio la sensación que íbamos por buen camino.
Caminamos y caminamos, yo confiando que Lucas sabía donde estábamos, hasta que finalmente le dije - necesito ver el mapa y saber cuánto tiempo falta, por que me estoy desesperando-.
Llevábamos demasiado tiempo caminando, la neblina y el viento era tan fuerte que no podía ver lo que había a 100 metros de mi, tenía toda la cara y pestañas congeladas y la bufanda con una delgada capa de hielo.
Lucas estaba completamente despreocupado, no parecía molestarle el viento, ni el misterio de no poder ver absolutamente nada más que la neblina.
Según maps.me, aplicación que he usado para mapas offline durante todo el viaje, estábamos a 20 minutos del “refugio”. Continuamos caminando en medio de la nada.
Cuando me siento asustada o nerviosa, siempre tengo presentes a mis papás. Les pedí que nos cuidaran y que nos mantuvieran seguros, porque parecía que el viento era cada vez más intenso.
A lo lejos alcancé a ver la luz de una moto de nieve acercándose. Venían unas personas de seguridad. Les pregunté si era el camino correcto para el refugio y me dijeron que ese lugar no era turístico. Que no encontraríamos nada ahí, era una zona militar y teníamos que regresar por un camino de dos horas.
Les dije que no había forma que camináramos de regreso, necesitábamos un ride de regreso. Aceptaron y nos subieron a su moto de nieve con trineo, afortunadamente para tres personas. El señor que iba manejando, al parecer sin calcular el peso de dos cuerpos extra, iba tan rápido que la moto se hundió en la nieve y nos volteamos. Afortunadamente no paso a más.
Íbamos congelados. No es lo mismo caminar a una temperatura de -7 grados que incrementar la velocidad en una moto de nieve, haciendo más potente el viento y el frío.
Cristian, uno de los guardias de seguridad, estaba terminando su turno de trabajo y se dirigía al centro de Sofia. Se ofreció a llevarnos de regreso y no tuvimos que tomar el bus. Lo agradecí inmensamente. El hielo encontró la forma de meterse en mis calcetas y se estaba descongelando ahora que ya no estábamos en la moto, y por supuesto, me estaba helando.
Finalmente llegamos a Sofia. Me fui a bañar con agua hirviendo al hostal y más tarde vi a Lucas en el “Guiness sport bar”; restaurante que está en una de las calles principales del centro. Vimos dos partidos del mundial; Francia vs Tunisia y México vs Arabia Saudita.
Fue una buena aventura pero me queda claro que necesito estar segura de la ruta que tomaré cuando haga un hiking, especialmente cuando el clima está congelado.
Hasta ahorita mi post favorito, chico guapo, fotos hermosísimas, y aventura extraordinaria!!!! Está genial!!!!!!! Amoooo!!!!❤️❤️❤️❤️